Hasta el moño de la mascarilla

Que sí, lo sé, es necesaria, obligatoria y por sensatez hay que ponérsela.

Y yo me la pongo. Pero eso no quita que esté hasta el moño. Que no quiero enfermar, no me malentendáis, pero este post es de pataleo de niña de 4 años de que no me quiero poner más la mascarilla.

Me asfixia, me salen granos en la barbilla, me tira de las orejas, me lloran los ojos, me empaña las gafas de sol y me da dolor de cabeza.

Y ahora la persona "madura" que sí, que se alegra de llevarla, por que me tapa el careto bollo que se me ha quedado después del confinamiento, verano y  navidades.

Por las mañanas solo me maquillo de nariz para arriba,...vamos los ojos y andando.

Si en algún momento tengo un moco de esos horrorosos que nadie te avisa que los tienes, no se me ven...

En el fondo quizás haya más cosas que buenas, o al menos las que hay que aceptarlas y abrazarlas. Pasará, tarde o temprano, no sabemos cuando, pero volveremos a vernos las sonrisas con muchos dientes, los mocos asquerosos, y las caras de bollitos por comer muchas patatas fritas.

Un poco de optimismo, una pizca de felicianismo y una cucharadita de paciencia.

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